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¿La solución son los modelos económicos?

Desde el anterior cambio de régimen político se han implementado 5 modelos de desarrollo económico sin que a ninguno se le haya dado la oportunidad de alcanzar sus eventuales beneficios. Mientras las naciones desarrolladas de forma consistente permiten por décadas que sus modelos de desarrollo permeen en su cultura, en México en promedio cada 12 años se cambia la visión del desarrollo. Así, desde la Revolución hasta nuestros días no ha existido una visión económica de largo plazo. Por el otro lado, por ejemplo, EU, desde la firma de su acta de independencia en 1776, hasta el día de hoy mantiene el mismo modelo basado en los principios fundamentales del liberalismo económico. Nunca ha habido cambio sobre la propiedad privada, el libre mercado y un Estado fuerte como garante del Estado de Derecho aún durante su guerra de revolución en 1861. En nuestro país no nos hemos podido poner de acuerdo en cuál debe de ser nuestra visión del desarrollo, salvo en la retórica de que debe ser para “todos”.

"Da click en esta imagen para conocer un poco mas sobre los modelos económicos"








Una de las explicaciones del porqué de nuestro subdesarrollo está precisamente en la falta de consistencia en la aplicación de nuestras políticas económicas, cualquiera que éstas hubieren sido. Lo anterior habría permitido que penetraran no sólo en la raíz de nuestros factores de producción sino en lo más importante que es nuestra cultura y patrones de comportamiento social. Existen otras naciones que no han necesitado 250 años del mismo modelo económico como Corea del Sur que en 65 años ha logrado salir de la guerra para ocupar los primeros niveles de desarrollo. Es muy difícil lograr resultados cuando cada 12 años se cambia la visión y, por tanto, de reglas del juego, incentivos, estímulos, leyes, programas, apoyos y políticas públicas.











Los tres modelos económicos más representativos en la historia de México son los siguientes:

El Modelo de sustitución de importaciones.

En 1940 comenzó a aplicarse este modelo. A causa de la segunda guerra mundial, creció la demanda de bienes mexicanos y esto, a su vez, elevó la tasa de empleo. Esta circunstancia se combinó con la política del presidente Ávila Camacho (1941 - 1946), quien prometió indemnizar a los exdueños de la industria petrolera mexicana y estimuló la inversión extranjera en manufactura y comercio.

El presidente Miguel Alemán impulso aún más este modelo económico al imponer un fuerte control sobre la importación de bienes de consumo y ser flexible con los bienes de capital.

Conocida como la época del milagro mexicano, por haber extendido sus beneficios a toda la población, este modelo fue fortalecido por los empresarios mexicanos. Ellos aceptaron la necesidad de una reforma económica y social, fomentando la expansión de los mercados nacionales y extranjeros.





El modelo del desarrollo estabilizador

Aplicado por Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) y Luis Echeverría (1970-1976), este modelo proyectó modernizar la industria, aumentar la productividad y lograr la competitividad internacional a través de la incorporación de tecnología moderna. Las intenciones de Echeverría fueron reordenar el régimen mixto constitucional a través de la inversión pública, como la clave para dirigir al país hacia el crecimiento. También se comenzaron a basar los resultados en los indicadores sociales, ya no sólo en los económicos.

El periodo de José López Portillo se vio alentado hacia el neo-populismo por la autodeterminación financiera del país otorgada por la exportación petrolera. Este modelo desarrolló las áreas estratégicas del acero, la química, la petroquímica, los fertilizantes, la electricidad y el petróleo, punta de lanza de este modelo desarrollista.









El modelo neoliberal.

Este modelo, detectado desde 1982 hasta la presidencia de Presidente Zedillo, pretende la reducción del gasto público, el combate a la inflación, la estabilidad financiera y el fortalecimiento del ahorro interno. Los empresarios nacionales están encargados de reactivar y llevar a cabo el nuevo impulso económico del país. Esta reorientación consolidó la posición del gobierno para una apertura comercial radical y el establecimiento del tratado de integración económica con Estados Unidos y Canadá.



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