Después de cinco décadas de turbulencia política tras la independencia de México, las cuatro administraciones consecutivas del presidente Porfirio Díaz, durante el último cuarto del siglo XIX produjeron un crecimiento económico sin precedentes acompañado de inversión e inmigración extranjera, así como el desarrollo de un sistema ferroviario eficiente y la explotación de los recursos naturales del país.
En 1981 el panorama
internacional cambió abruptamente: los precios del petróleo se desplomaron y
las tasas de interés se incrementaron. En 1982, el presidente López Portillo, antes
de terminar su administración suspendió los pagos de la deuda externa, devaluó
el peso mexicano y nacionalizó el sistema bancario junto con otras industrias
afectadas por la crisis. Aunque el modelo ISI había producido el crecimiento
industrial en décadas anteriores, había sobreprotegido al sector, haciéndolo
poco competitivo, poco rentable y poco productivo.
El presidente de la Madrid fue el primero en implementar una serie de reformas de carácter neoliberal. Después de la crisis de 1982 pocas organizaciones internacionales estaban dispuestas a conceder préstamos a México, de modo que para mantener el balance de cuenta corriente ajustado, el gobierno recurrió a continuas devaluaciones, lo cual produjo altos índices de inflación, que llegaron hasta el 159,7 % anual en 1987. Algunos efectos de las políticas de su administración fueron un incremento en el déficit público y el crédito interno.
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